EL MURO Y EL MAR
Existió alguna vez un muro grande, blanco y de marfil
cimentado como un roble, diseñado a gramil
El muro alcanzaba el cielo y lo iluminaba el sol,
lo admiraba la tierra y le hacían ofrendas en crisol.
Nadie lo percató, nadie lo vio venir,
pero el muro estaba agrietado, su centro estaba perforado
En su base resquebrajada ya se podía ver
todo el peso que en la tierra algún día iba a caer.
Hasta que un día llegó un sereno mar,
cálido como la arena, brillante como el cristal,
que desde lejos quería alcanzar
toda la altura que del muro se podía mirar.
Con la sutileza de sus aguas y la fuerza de un tifón
el tierno y tranquilo mar las bases del muro alcanzó
Se metió entre sus grietas,su centro penetró
Desde lo más alto a lo más bajo sus fisuras expandió.
Nadie lo percató, nadie lo vio venir
solo el inmenso mar supo lo que acababa de ocurrir
La tierra empezó a temblar, el muro se empezaba a resquebrajar,
el crujir de las grietas no se hacia esperar.
Los escombros empezaron a pender,
como lluvia del cielo comenzaron a caer
El mar agitó sus aguas, el muro tremoló sus bases
Fue el suspiro del viento que los hizo fugases.
¡No le digas a nadie mar! lo que acabas de observar
¡No le digas a nadie mar! lo que acaba de pasar
porque fueron tus tranquilas aguas y tus mansas olas
las que hicieron de este muro un polvillo de amapolas.
Guarda en tus profundas aguas los escombros y secretos
Inhuma en tu fuerte corazón los recuerdos y bocetos
Llévate en tus olas los cascotes de marfil
entiérralos en la arena y vuélvete como el paujil
La tierra ya no admira más el muro
La foule ya no se guarda más en su sombra,
pues un cándido y cristalino mar se llevó
lo que el cielo ya no nombra.
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