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jueves, 9 de octubre de 2014

Las Traquineas

Autor: Sófocleso
Género: Tragedia
Año: 450 a.C.
País: Grecia
Idioma: Griego
Páginas: 38

Como en la mayoría de las tragedias griegas, los protagonistas, y quienes cargan todo el "agón" trágico, son las mujeres, causa de adoración y símbolo de fuerza y resistencia en la cultura griega
En momentos como este, me siento tan identificado con el héroe griego que esta destruido por causa del amor, los celos, la confusión... es increible como a los grandes hombres de la historia no los destruyen gigantes, sino quienes duermen al lado suyo todas las noches.
En fin, después de tantas películas y nuevas versiones del héroe griego, les recomiendo leer por ustedes mismos, la verdadera historia acerca del nacimiento, la ascención, las batallas y la trágica muerte de Hércules. En este libro, "Las Traquineas" o "Mujeres de Traques", se cuenta la trágica historia que envuelve a una mujer que siente que los años le están pasando, y que está perdiendo a al amor de su vida, por mujeres más jóvenes que ella. Deyanira, la esposa de Hércules, afligida por la ausencia de su esposo, y tras enterarse de que tiene una nueva mujer, una joven prisionera de guerra, decide hacer caso a un viejo consejo del pasado, en el cual, el centauro Nesso, de quien ella fue prisionera, y de la manera que Hércules la rescata y se convierte en su esposa, le dice que en el momento que pierda el amor de Hércules, ella debe empapar una capa roja con la sangre del centauro, esto hará que su amor vuelva perdidamente a sus brazos. Deyanira, en su desesperación, obra conforme al centauro y envuelve la capa empapada con la sangre del centauro y se la da a su esposo por mano de su hijo Hilo. Hércules, al recibir el presente por parte de su hijo, mira fíjamente a la muerte, cuestionándose el por qué tan absurdo de su muerte.
Ahora, Sófocles muestra la ruina de un gran héroe griego por culpa de un problema de faltas, como es usual en varías de las tragedias griegas, por no mencionar a los clásicos y gran parte de los conflictos que envuelve al gran teatro universal. Son los celos y los desamores los que se hacen presentes en esta historia, y si bien, Hércules no es el protagonista, su monólogo final muestra la gran partida de un héroe que marca un gran periodo en la historia griega. Nos muestra a un Hércules que asciende, que pelea, que vence, pero que a la vez es hombre, y por más que sea un semi dios, y tenga divinidad en su sangre, es esa humanidad lo que lo hace caer. Además, muestra que su propósito en la vida se pierde, al verse caído y derrotado inconscientemente por manos de una mujer, y es ésta la razón, lo que lo lleva a encargar a su hijo una difícil tarea.
Dejo en manos del gran Sófocles el monólogo final de Hércules, que nos muestra cómo un hombre que alcanzó la gloria, cae cruelmente por manos de una mujer.

"Yo, que tantos y tan riscados trabajos he soportado sin cesar con mi puños y mis hombros. Y ni la mujer de Zeus, ni el abominable Euristeo me los impuso tales como el que me ha pegado en los hombros esa traidora hija de Eneo, parche tejido por las furias que me está matando.
Pues metido ya en mis costados, me está corroyendo las carnes hasta sus raíces, y clavado en mí, me sorbe el aliento de mis pulmones, me ha bebido ya mi robusta sangre, y todo el  cuerpo lo tengo ya podrido, domeñado por estas inexplicables ataduras. No habían logrado tal, ni las lanzas en lucha campal, ni la tropa de los gigantes, hijos de la Tierra, ni la ferocidad  de las fieras, ni la Grecia, ni los países extranjeros, ni la tierra entera que yo recorrí en mi  campaña purificadora. Una mujer, hembra y nada más que hembra, sola ella ha matado y sin tocar un puñal.
Hijo, muéstrate de verdad hijo mío y no te venza el respeto a tu madre; cógela en tus manos, y pon en las mías a tu madre, y veamos si te duele más este torturado cuerpo que no el de tu madre, cuando lo veas maltratado y destrozado como se merece.
Vamos, hijo, atrévete. Ten compasión de mí, que a tantos se la inspiro; como una chiquilla estoy aquí gimoteando y llorando; ¿qué mortal podrá decir habérmelo visto hacer jamás? Sin jadear siquiera fui despachando todos mis trabajos. ¡Y ahora vengo a parar en mujer infeliz!
Ven ahora acá, ponte junto a tu padre y observa de cerca cómo es la enfermedad que así me tortura. Yo te lo demostraré descubriéndome.
(HÉRCULES va descubriéndose poco a poco y mostrando las llagas.)
Mira, mirad todos (A los espectadores.) a este cuerpo miserable, contemplad a este desdichado y cuán triste es mi suerte.
¡Ay, ay, desventurado, ay, ay! Ya está, ya está abrasándome de nuevo el acceso, ya me ha penetrado en las entrañas, no me va a dejar un punto de reposo esta maldita roedora peste. ¡Oh rey Hades, recíbeme allá! ¡Rayo de Zeus, descarga! ¡Fulmina, dispara, rey, el golpe de tu rayo, padre! Ya está mordiendo otra vez, ya arde, ya estoy en brasas. ¡Oh manos, manos mías! ¡Oh hombros! ¡Oh pecho! ¡Brazos míos queridos! ¿Sois vosotros los que antaño hicisteis trizas a aquel león de la tierra nemea, espanto de boyeros, inaccesible, intratable monstruo? ¿Los que a la hidra Lernea, y a aquella irrefrenable raza de biformes fieras en caballar catadura, insolentes, indómitas, brutalmente feroces, y a la bestia del Enmanto, y a aquel monstruo incoercible, el perro de tres cabezas de las cavernas del infierno, cachorro de la espantosa Equidna, y al dragón guardián de las manzanas de oro en los confines de la tierra? Mil aventuras más acometí en mi vida, y nadie pudo cantar victoria contra estas manos. ¡Y ahora así, descoyuntado, hecho jirones, aquí, destrozado, miserable, me muero por este misterioso enemigo, yo, el hijo afamado de la más noble madre, el renombrado hijo de Zeus, rey del cielo estrellado! Pues entendedlo bien: nada soy, no puedo arrastrarme; pero a la causante de esto yo la tengo que hacer pedazos, aun así como estoy. Que venga no más, y va a pregonar al mundo
entero que lo mismo al morir que en vida sé yo dar su merecido a los malvados. "

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