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Reseña del prólogo del libro El teatro posdramático de Hans-Thies Lehmann
Cuando el autor habla sobre teatro posdramático, se refiere al “[Quiebre]
del concepto de drama y la apertura de su sentido más allá de las definiciones
aristotélica y hegeliana [que] permite repensar y practicar la teatralidad” (Lehmann,
2013 p. 22). Siendo este quiebre influenciado
por las vanguardias europeas y los diferentes movimientos teatrales propuestos
en Europa en los dos primeros cuartos del siglo XX producto de las dos grandes
guerras que azotaron al viejo continente. En primera instancia, se puede decir
que el surrealismo dio origen al teatro del absurdo compuesto, principalmente,
por obras de Samuel Beckett, Eugene Ionesco y Arthur Adamov; de igual modo, el
surrealismo dio origen a varias propuestas hechas por Antonin Artaud y su
teatro de la crueldad, que décadas más adelante darían lugar al happening de Thadeuz Kantor y después al
performance. En esta categoría
también entra Bertolt Brecht y el teatro documental, al igual que Pina Bauch y
su danza-teatro, entre los nombres más sonados. Sin embargo, el autor también
menciona los nombres de Heiner Müler, Peter Stein, Robert Wilson, Heiner
Goebbels y Jan Fabre, entre “los artistas más aceptados” (Lehmann, 2013 p. 32)
de la escena posdramática europea. En pocas palabras, dentro del teatro posdramático pueden entrar
“tantas categorías como las distintas tradiciones culturales lo requieran”
(Lehmann, 2013 p. 22). De igual modo, es imposible no incluir en esta reseña
los impactos que estos artistas y sus obras produjeron en la escena
latinoamericana, como por ejemplo, en Colombia con el teatro de La Candelaria y
el TEC con su devising y su creación
colectiva o en Perú con el teatro Yuyachkani y su teatro mítico e indigenista,
entre los teatros más nombrados.
Por lo cual, para el profesor
Lehmann es de gran importancia generar un estudio académico que analice los
antecedentes, causas y consecuencias de la escena posdramática para así, poder generar nuevos estudios y debates
sobre el mismo. El teatro posdramático más
que un libro, es un estudio que pretende otorgar herramientas académicas y
ópticas frescas sobre la crítica y la puesta en escena del teatro posdramático a través de la propia experiencia del autor con
diferentes obras y en distintas plateas, además de un riguroso estudio
académico de sus autores, actores y público.
En primera instancia, el autor habla
sobre las premisas que componen el teatro posdramático, como por ejemplo la
disyuntiva que existe entre el texto (o lenguaje) y la representación teatral,
ya que el teatro posdramático no
obedece, necesariamente, a la construcción de su espectáculo en torno al
lenguaje como usualmente ocurre en el teatro dramático o de autor, pues esta
nueva forma de teatro propone en sus textos “el problema de su posibilidad – de
si su lenguaje puede alcanzar lo real -, la práctica escénica radical
problematiza su estatus de realidad aparente” (Lehmann, 2013 p. 29). Es decir,
el teatro posdramático no se centra
en el desarrollo de un hecho real o lógico, tal y como ocurre en La cantante calva de Ionesco, donde el
problema del lenguaje no deja en claro la situación que están viviendo los
Smith y los Martin. Esto con el propósito, no de mostrar al ser humano como es,
sino de generar preguntas sobre las posibilidades que existe en la condición
humana. Por otra parte, el teatro
posdramático no obedece a la estructura aristotélica de
inicio-desarrollo-final; ni la construcción de personajes reales que obedecen a
comportamientos lógicos; por lo contrario, el teatro posdramático se libera de todas estas pretensiones y
adquiere una “teatralidad autónoma” (Lehmann, 2013 p. 30) tanto en lenguaje
como en acción, donde el desarrollo del espectáculo se dirige hacia la creación
de espacios reflexivos en la mente de los espectadores.
De igual modo, el autor expone los objetivos que persigue su estudio, el
cual se direcciona al desarrollo de la lógica
estética y la reflexión de la
experiencia teatral. Siendo el primero, el creador de imágenes poéticas que
evoquen una sensación, pue el teatro
posdramático no intenta hablar de algún tema en particular; sino de generar
experiencias a través de imágenes que evoquen la reflexiones sobre el
espectáculo entre la realidad (lo que el espectador vio) y el concepto (lo que
el espectador asimila). Por otra parte, el autor busca que los lectores y
espectadores de la escena posdramática puedan analizar, asimilar y
criticar las nuevas propuestas y montajes para generar nuevos análisis y
debates sobre el teatro posdramático.
Cabe aclarar que la necesidad de
generar espacios de estudio y reflexión sobre las nuevas propuestas, surge de
la falta de aceptación que tuvieron las muestras teatrales de la década de
1960, donde la platea europea estaba acostumbrada a ver los clásicos, siendo el
teatro posdramático contrario a todo
lo convencional que el público estaba acostumbrado a ver, pues este tipo de
teatro encuentra sus orígenes en las vanguardias europeas, nutridas por otras
expresiones artísticas provenientes de oriente como el teatro No japonés y el Kathakali proveniente de la India, donde su estructura parte de la
danza, el gesto, la música y los cantos líricos que se acercan más al mito y al
ritual.
Las
formas de expresión desarrolladas desde las vanguardias históricas se
convierten en el teatro posdramático en un arsenal de gestualidad expresiva que
sirve como una respuesta del teatro a la comunicación social modificada.
(Lehmaan, 2013 p. 38)
Del
teatro oriental, el teatro posdramático va
a tomar esa experiencia del ritual que genera sensaciones en lo espectadores,
espacios de meditación y reflexivos, donde el público encuentra en la duda la
construcción del espectáculo teatral. Es así como la duda se convierte en el paradigma del teatro posdramático, ya que se encuentra en un constante
cuestionamiento, pues cambia y crece conforme lo hace la sociedad actual, donde
se encuentra en un “work in progress: [donde]
las perspectivas parciales son posibles, para evitar cualquier pauta y
prescripción (…) aportando conceptos y no postulados como normas” (Lehmann,
2013 p. 41). Es decir, gracias a este work
in progress es que el teatro
posdramático vive y continúa con su curso y evolución, pues de acuerdo al
autor, cada época y generación hacen su aporte para romper con paradigmas y
exponer nuevas propuestas. Tal es el caso del happening que busca involucrar a los espectadores a través de un
suceso que se acerca a la improvisación y a ese momento vivo y único, pues no
parte de un texto y se enfoca en la situación, más adelante surgiría el performance que trabaja el concepto de arte vivo, que busca netamente generar
una experiencia y rompe completamente con el sentido de lógica y estructura. A
estos movimientos, les precede el mainstream
que sugiere la constante experimentación en el arte teatral, integrado por
varias artes y trabajando de manera interdisciplinar, este tipo de movimientos
se encamina al movimiento y a la evolución, pues a medida que el mundo y la
sociedad cambian, también cambia la manera de ver y hacer teatro.
A
estos nuevos movimientos y propuestas, se le adhieren un sin número de artistas
que día a día buscan innovar y renovar el ámbito teatral; motivados por la duda
y las preguntas pragmáticas que rompen paradigmas y demuestran que dentro del teatro posdramático surgen cada vez
nuevas posibilidades de crear y de existir, encontrando sus respuestas en el
escenario que, en la mayoría de los casos, rompen con las lógicas establecidas.
Sin embargo, aunque pareciera que este nuevo tipo de teatro rompe las reglas y
hace lo que se le venga en gana, todos sus hallazgos y búsquedas proceden de
preguntas artísticas fundamentadas en el teatro dramático como ¿Qué es lo que
se quiere decir?, pues el teatro
posdramático también comparte esa necesidad de comunicar y lleva la
pregunta a un siguiente nivel ¿Qué es lo que se quiere generar en la
audiencia?, siendo el origen de ambas preguntas, el deseo de transmitir y crear
un “lapso de vida en común que actores y espectadores pasan y agotan juntos”
(Lehmann, 2013 p. 28). Pues por más nuevo y posdramático
que sea el teatro, su origen yace en la relación inquebrantable entre actor
y espectador.
Bibliografía
Lehmann, H.
(2013). El teatro posdramáico. México: Editorial Paso de Gato.
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