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lunes, 18 de marzo de 2019

De la poética de Aristóteles hasta el teatro del absurdo



            El siglo XX es el siglo de las guerras y las matanzas más grandes que ha visto la historia de la humanidad, en consecuencia se presentaron grandes avances científicos y tecnológicos que cambiaron la manera de vivir de las personas y la manera de apreciar su entorno. Se puede decir que en el siglo XX hay una gran ruptura que deja un antes y un después en la historia de la humanidad como ningún otro siglo de la historia. Estos cambios no sólo afectaron a la ciencia y la tecnología; sino que también afectaron a las artes, la literatura, la filosofía y el teatro, pues el siglo XX también vería nacer a las vanguardias europeas o movimientos artísticos que transformarían los cánones  y las maneras en las cuales se concebía el arte y la escritura; cánones que venían heredados de los grandes filósofos y pensadores griegos desde el principio de la civilización y que se les volvió a dar importancia con la llegada del renacimiento en el siglo XIV en Florencia (Italia), donde se iba a reconocer a los griegos como punto de partida en las diferentes disciplinas como la filosofía, la literatura, la arquitectura, las artes y el teatro. Ahora bien, con la llegada del siglo XX, estos cánones se fueron transformando, evolucionando o transgrediendo completamente, pues el mundo y su historia pedían un cambio. De igual manera, se conoce bien que el teatro es el arte comunicativo por excelencia, pues su propósito es, como dice Shakespeare, “servir de espejo a la propia naturaleza” (Shakespeare, 1941 p. 578) y desde los griegos hasta los tiempos que corren ha servido para contar y representar la historia de la humanidad, siendo fiel a su época y su costumbre. Por lo cual, el siguiente ensayo busca analizar cuál es el salto y la necesidad que presenta el teatro desde Aristóteles hasta el surgimiento del teatro del absurdo en su manera de contar la historia.
            Aristóteles habla sobre el teatro como el arte poético por excelencia pues surge de la mímesis que hace la poesía de la vida de los hombres, sus conflictos e historias son paralelas a las realidades que ocurren en el día a día. En la Grecia de Aristóteles surgen varias expresiones poéticas como la epopeya, el ditirambo, la comedía, la elocución y la poesía trágica, que se valen del ritmo la música y el canto para ser representadas y que tienen como objetivo contar historias. Aristóteles se enfoca a explicar el surgimiento y evolución de las tragedias griegas que cuentan la caída de héroes y dioses por grandes errores cometidos y que no se pueden escapar de su destino. Por ejemplo, se encuentra Orestes siendo enjuiciado por las furias por haber matado a su madre y a su tío, o a Edipo por haber matado a su padre y haber engendrado a su madre. En consecuencia, Aristóteles analiza a profundidad las tragedias, sus hechos, sus protagonistas y sus intérpretes, y obtiene como conclusión que lo más importante en estas tragedias es la fábula, que se define como “la mimesis de la acción, pues llamo aquí “fábula” a la composición de los hechos” (Aristóteles y Horacio, 2003 p. 63). Es decir, Aristóteles afirma que lo importante es la historia, lo que la tragedia cuenta y que lo más sobresaliente a la hora de ser representada, no son sus intérpretes o sus ritmos (refiriéndose a la manera de entonar y musicalizar los coros), si no los hechos o lo que se quiere contar con la tragedia.
La fábula no es una, como algunos creen, si se relaciona con uno solo, pues muchas e infinitas cosas le ocurren a uno solo, a partir de algunas de las cuales no hay unidad, y del mismo modo también hay muchas acciones de uno solo de las que no se produce una acción única. (Aristóteles y Horacio, 2003 p. 71)
Es así como Aristóteles, después de sus análisis y discursos sobre el teatro, propone una estructura en la cual éste debe ser escrito, la cual cuenta con un inicio o la exposición de los hechos, en la cual se presentan a los personajes y su entorno, un desarrollo de los hechos o la razón por la cual los héroes o dioses caen en desgracia y un final o el resultado de los hechos. Esta estructura aristotélica ha sido usada por siglos a la hora de escribir tragedias, fábulas, comedias, poesía y teatro y, aunque sus variantes han sido mínimas, la manera en la cual se estructura no ha cambiado en nada, pues como se puede apreciar lo importante para Aristóteles son los hechos.
La estructura aristotélica se posicionó como una máxima o la hora de escribir, y fue usada siglos y siglos después de la caída de las civilizaciones griegas y romanas hasta llegar al medioevo, con la llegada el renacimiento se le prestó aún mayor importancia a los postulados de Aristóteles y su estructura se estableció como la manera correcta de escribir teatro e historias, pues la poesía que Aristóteles concibió en un principio se diversificaría y pasaría a convertirse en varios de los actuales géneros literarios. De la estructura aristotélica se beneficiaron grandes dramaturgos y escritores de la literatura universal como William Shakespeare, Miguel de Cervantes, Lope de Vega y Goethe por mencionar algunos, donde sus historias y personajes maravillaron al mundo entero. Con el cambio de siglo se levantaban escritores, dramaturgos y artistas que expresaban por medio de su arte el entorno y las situaciones coyunturales que vivían en su época. Por ejemplo, Schiller y Victor Hugo fieles representantes del romanticismo europeo son hijos de la revolución industrial, donde el carbón pasa a ser usado como combustible de máquinas que reemplazan a los hombres en las fábricas, y cuyas historias retratan a una sociedad en contexto.
Con la llegada del siglo XX, Europa se enfrentaría a dos guerras que, hasta la fecha han marcado y, de alguna u otra manera, han involucrado a la población mundial hasta el día de hoy. Con las guerras llegarían la innovación  y tecnificación bélica que, en pocas palabras es cómo matar a más personas con menos esfuerzo y la tecnificación en comunicaciones y las ciencias. Este tipo de cambios cambiarían drásticamente las vidas de las personas, pues el siglo XX es “la revolución de los sistemas de transporte y comunicaciones, que prácticamente han eliminado el tiempo y la distancia (pero que; sin embargo) está teñida de insatisfacción y desconfianza hacia el futuro” (Hobsbawm, 1995 p. 22). Lo más contradictorio del siglo XX es que a mayor avance científico hay una menor confianza con respecto al futuro y a la humanidad, el siglo XX le demostró a la humanidad que 50 millones de personas no son suficientes para acabar el odio irracional entre naciones y que la mejor manera de hacer la paz con tus vecinos es creando la guerra con tus adversarios. De acuerdo a Eric Hobsbawm “el viejo siglo no ha terminado bien” (Hobsbawm, 1995 p. 26)
Como el panorama es desolador y lúgubre en el siglo XX, el teatro que surge inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial es el teatro del absurdo con Samuel Becket y Eugene Ionesco en un principio, pues es un teatro que ya no cuenta una historia redonda con un inicio, desarrolla y final; por lo contrario muestra la visión poética del dramaturgo respecto a algún tema en específico a partir de la construcción de imágenes y acciones repetidas que se sale de toda lógica común o línea cronológica de tiempo. Por ejemplo, Esperando a Godot  de Samuel Becket cuenta la espera de dos personas de un ser que nunca llega en un lugar desolador y lúgubre, lleno de basura y escombros. Lo poético de esta obra no está en su historia, sino en las imágenes construidas no a través de la palabra, sino a través de los objetos y las acciones puestas en escena por los intérpretes, es así como un árbol en medio de la nada con escombros y basura transmite un mensaje claro en Esperando a Godot sin la necesidad de la elocución o el texto escrito.
 El teatro del absurdo comienza con Becket y Ionesco y va a romper con la estructura aristotélica de escribir teatro, pues no va a contar con un inicio, nudo y desenlace, y sus personajes ya no van a ser héroes, ni dioses ni villanos ni personas importantes, sino personas del común. En consecuencia, el teatro del absurdo ya no se va a valer de la oralidad para contar una historia, sino de la construcción de imágenes poéticas a través del uso de objetos, por ejemplo, Vladimir y Estragón  de Esperando a Godot jamás describen el lugar en el cual se encuentran, es el autor que en sus acotaciones describe específicamente con qué debe contar el set o el escenario de representación, no es su interpretación de los textos o la tristeza que reflejen sus rostros los que transmiten la desolación y el despojo, sino las acciones de Vladimir royendo un hueso de pollo que Pozzo le arroja y Lucky hablando incoherencias. Aun así, la forma clásica de hacer teatro y el teatro del absurdo tienen algo en común, lo más importante en ambos es el mensaje que transmiten a través de su representación, el primero hace uso de la palabra e interpretaciones y el segundo a través de objetos y acciones.
De acuerdo a Martin Esslin el teatro del absurdo no busca romper la infraestructura aristotélica, sino transformarla en su manera de hacerla (Esslin, 1996). Es decir, aunque el teatro del absurdo rompa la lógica de hacer y escribir teatro, lo que prima es la “fábula” como dice Aristóteles, pero esta vez no va a ser representada a través de la historia o la oralidad, sino a través de la teatralidad.
Por otra parte, aunque el punto coyuntural de la fábula o el mensaje es lo que une principalmente al teatro clásico y al absurdo, los personajes y la línea de tiempo son las características que los separa, por ejemplo, mientras en el teatro clásico los personajes cuentan con individualidad, estabilidad y  funcionalidad, en el teatro del absurdo los personajes van a carecer de estas características, pero van a tener una “transformación repentina y carente de lógica, una intensificación progresiva de la situación inicial, una inversión del principio de causalidad y un énfasis rítmico y/o emocional” (Nuñez, 1982 p. 634).
Finalmente, se puede decir que el salto que presenta el teatro clásico hasta el teatro del absurdo es consecuencia de los cambios y rupturas que fuertes que dejó el siglo XX, pues es el siglo que mayor avance científico y tecnológico presenta. Pues se puede afirmar que el teatro del absurdo es hijo de la Primera y Segunda Guerra Mundial, donde el panorama mundial era desolador y había un quiebre que ya no se podía reparar, por lo cual, la manera de contar historias y hacer teatro debía corresponder a este tiempo y a esta situación, pues el mundo ya no quería escuchar largos diálogos alentadores y hermosos pertenecientes al romanticismos del siglo XIX o personajes profundos y complejos del teatro isabelino, ¡No! El mundo estaba en shock por perpetrar tantas barbaries y crímenes, el mundo ya no podía escuchar más, era la hora de transmitir mensajes a través de las imágenes, la ruptura de la lógica, la construcción poética a través de acciones, de aquí parte esta necesidad, o como dice Rafael Nuñez  “Es simplemente fuerza en intensidad y acción pura, variación cualitativa constante y poder de metamorfosis” (Nuñez, 1982 p. 638) 

Referencia bibliográfica
Aristóteles y Horacio. Artes poéticas. Ed. Aníbal González. España: Visor libros. Recuperado de https://alojamientos.uva.es/guia_docente/uploads/2013/440/41702/1/Documento.pdf
Esslin, Martin. El Teatro Del Absurdo. Barcelona, Editorial Seix Barral, 1966.
Hobsbawm, E.J. Historia del siglo XX. Trad. Juan Faci, Jordi Ainaud, Carme Castells. Barcelona: Crítica, 1995.
Nuñez, Rafael. “El Teatro del Absurdo como subgénero dramático”. Separata en Archivum, Revista de la Facultad de Filología. 14 pp. Oviedo, 1981-1982.


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